"No queremos obispos de Barbastro ni valencianos"
Bajo el nombre 'Queremos buenos obispos catalanes', una plataforma religiosa soberanista llegó a convocar movilizaciones para condicionar el nombramiento del nuevo arzobispo
Protesta ante la Catedral de Tarragona en marzo |
El sorpresivo nombramiento del gerundense Joan Planellas, cercano a la órbita del soberanismo, como nuevo arzobispo de Tarragona no ha estado exento de polémica en una de las diócesis más importantes del norte de España. Su perfil, y sobre todo las esteladas que han colgado de los campanarios de varias parroquias del Empordá en las que ha sido rector, no han contribuido a calmar las aguas entre una masa de fieles con distintas sensibilidades que, como el resto de la sociedad catalana, está muy dividida.
La designación de Planellas, que tomará posesión dentro de un mes, alcanza una especial significación, no sólo por el peso específico de Tarragona en la cúpula eclesial, sino también porque mantiene el equilibrio entre obispos constitucionalistas y aquellos que simpatizan más con la causa independentista. Actualmente cinco de los diez obispos de las diócesis catalanas no son catalanes; si el nuevo arzobispo de Tarragona hubiera llegado de fuera de la comunidad ya serían mayoría.
Este hecho tenía indignada a la plataforma Volem bons bisbes catalans (Queremos buenos obispos catalanes), una ruidosa facción que el pasado 23 de marzo intentó afear la espectacular pompa de la primera canonización celebrada en la Catedral de Tarragona, a la que acudió desde Roma el cardenal Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, con una pancarta de protesta en la que se leía Ni de Barbastro ni valencians -en referencia al obispo de Barbastro y Monzón, Ángel Pérez Pueyo, que por entonces sonaba en todas las quinielas-, y al proceso de castellanización que según su criterio se promueve en la iglesia en Cataluña.
Quienes conocen bien los entresijos de las diócesis de Cataluña explican que esas tesis de un movimiento subterráneo para castellanizar la iglesia catalana, que según la citada plataforma comienza ya en los años 60 en pleno franquismo, carecen de fundamento. En unos días, el propio cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha pasado de villano a héroe a ojos del mundillo independentista tras dar luz verde al ascenso del actual decano de la Facultad de Teología de Cataluña, conocido por su cercanía al ideario del actual Gobierno de la Generalitat.
Las reacciones contrarias a la nominación de Joan Planellas como arzobispo de Tarragona no se hicieron esperar. Empezando por Albert Boadella, con quien tuvo un enfrentamiento en el pasado.
«En los círculos católicos se le conoce como un hombre con tendencias muy separatistas, y seguro que esto es conocido por parte del nuncio, y por tanto, habrá valorado que desde el punto de vista político les conviene poner en una sede tan importante como la de Tarragona un arzobispo de tendencias separatistas», manifestó ayer el dramaturgo en una entrevista en Onda Cero.
Asimismo, el también presidente de Tabarnia anunció que «rompe relaciones con la Santa Sede y aconseja a los tabarneses que no pongan la X en la casilla» de la declaración de la renta.
También crítico con la designación de Planellas fue el sacerdote diocesano de Madrid, Jorge González Guadalix, quien aseveró: «No se puede nombrar un obispo sectario», calificando el nombramiento de «grave error, en fondo y forma».
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